Me gusta vagar
por las calles y conocer cosas nuevas, pero esta gente que vive a mi alrededor
aveces es muy aburrida, así que en vez de caminar decidí soñar y hacer una de
las cosas que más me gustan, ir de compras jeje, espere a que saliera la luna y
sus rayos tocaran mi piel para poder viajar, tome el ascensor en la caseta de un oxxo y en menos de dos
segundos estaba rodeada de tiendas, baje un poco mareada pero cuando pude
ubicar las imágenes, mi corazón se acelero de la emoción, el aire era de lo más fresco y todo brillaba,
no sé bien donde estaba ubicado este centro comercial, las personas fueron muy
amables y las otras criaturas también .
Había tantos
lugares que visitar que tuve que elegir solo uno, fui a la sección de dulcerías
mágicas, mi primer sorpresa fueron las paletas psicópatas, eran pequeñas tutsi
pop intoxicadas por el exceso de plomo en sus envolturas, corrían de un lado a
otro haciendo ruidos chistosos y si te descubrían mirándolas se lanzaban sobre
ti para morder tu pantalón, una de ellas me vio observándola y empezó a
perseguirme, corrí y corrí pero seguían persiguiéndome, me metí en una tienda
para no ser alcanzada, no sé si existan las coincidencias o fue el destino,
nuestro destino, pero ahí fue donde te encontré, en el mostrador de una enorme
tienda de chocolates y caramelos, no tardaste en llamar mi atención con la
única caja de pastillas en toda la tienda, lo primero que vino a mi mente es
que se equivocaron y que esas pastillas debían estar en la sección de farmacias, la curiosidad me
tentó y decidí comprarlas, mi sorpresa fue que el hombre del mostrador dijo que
no podía vendérmelas, me enoje porque yo traía mucho dinero para pagarlas y no
me importaba el precio, solo quería esas hermosas pastillas de colores que creí
estaban perdidas, el hombre dijo que en su tienda el dinero no importaba, que
había algo mas valioso con lo que debía pagar, mi egoísmo se volvió a mí y
quise reparar el daño, ya que creo haber ofendido al pequeño vendedor, le pedí una
disculpa y pregunte que necesitaba para poder obtener tan especiales pastillas,
aunque más bien era la curiosidad de saber para que servían, el hombre dijo que
en punto de la media noche llegaría EL y que era el único que podía responder
todas mis preguntas, un poco molesta salí de la tienda recorriendo todos los
pasillos como si eso acelerara el tiempo.
Al dar la
media noche volví, tus imponentes ojos brillaban al fondo de la tienda, camine
hacia ti sin saber que ya me esperabas, prendiste una tenue luz, eleve mi
mirada y vi una pared llena de cuadros, de dibujos, de mundos, me sentí pequeña
en el universo por un segundo, tomaste mi mano y no me dejaste hablar, de igual
forma no podía, la voz se me fue al pensamiento y sin saberlo tú lo podías
leer.
Nos separamos,
estábamos a una corta distancia y entre nosotros, sobre la mesa estaban las
pastillas, yo seguía sin entender, sentí tus manos sobre mi cuerpo y vi tu
cuerpo junto a un cuadro, pasamos de soñar a volar, a amar, yo frente a la
mesa, tú junto al cuadro y nuestras almas bailando bajo la luna.
Después de
unas horas, minutos o segundos, no sé que fue (para mí fue eterno) vi dos
lucecitas doradas flotando sobre la mesa en la que estaban las pastillas, ellas
se unieron y formaron una luz blanca que depositaron en las pastillas, en ese
momento solo sentía escurrir las lagrimas en mi rostro al saber que en las
pastillas se encontraba Él.
Se acerco a mí
y me dijo –Sabia que llegarías, se lo fácil que te pones triste, se lo fácil
que te debilitas, se lo fácil que desconfías, se que si no me encuentras rápido
pensaras que te he olvidado, así que hice las pastillas para ti, porque cada
que me necesites estaré cerca. -